Palmira, conocida como la ‘Villa de las Palmas’, de a poco se consolida como la capital de los videojuegos en el Valle del Cauca. Todo comenzó por una iniciativa de torneos de videojuegos que lidera Gane Palmira – SuperGIROS llamada Gane E-Sports Palmira. 

“A través de esta estrategia queremos impactar a las nuevas generaciones, contribuir con su aprendizaje, desarrollo y bienestar. Con los videojuegos es posible potencializar las habilidades de los jóvenes”, explicó Harold Loaiza, Gerente General de Gane Palmira - SuperGIROS. 

Recientemente, en el marco de la Feria de Palmira, realizada entre el 12 y el 15 de agosto en el Coliseo de Ferias, Gane - SuperGIROS realizó una maratón de torneos relámpago de videojuegos como League of Legends. 

Harold Loaiza, precursor de los torneos Gane E-Sports Palmira, comenzó a darle vida a su idea hace un par de años en su oficina con un grupo de empleados conformado por ingenieros, administradores de empresas, mercadólogos y publicistas y liderado por el Ingeniero en telecomunicaciones John Edward Rosero. A finales del año pasado hicieron el primer torneo, donde el ganador fue Kevin Rueda.   

“Yo veo los videojuegos como una herramienta que nos permite desarrollar muchas habilidades. Aunque algunas personas los ven como una distracción, considero que los videojuegos nos ayudan a tener pensamiento crítico,  a mejorar la concentración, el análisis, la toma de decisiones y la creación de estrategias, ya que los videojuegos exigen cierto tipo de habilidades para lograr los objetivos”, comenta Kevin.  

A la fecha, Harold Loaiza y su equipo  han realizado cinco torneos. A cada uno se inscriben en promedio 200 personas de varios países, juegan las primeras fases de manera online y a partir de los octavos de final realizan las competencias de manera presencial, con 16 jugadores. 

El experto en pedagogía y videojuegos, y conferencista de Red Papaz, Javier Velásquez, explica por su parte que a través de los videojuegos se pueden desarrollar múltiples habilidades. Por ejemplo, las personas que juegan videojuegos que tienen movimientos muy rápidos, como Call of Duty, tienden a desarrollar una mejor visión periférica, a adquirir mayor velocidad cognitiva y reaccionar más rápido ante situaciones problemáticas.  

Los videojuegos también permiten mejorar las relaciones sociales, la forma de empatizar con otras personas, y ayudan a desarrollar habilidades motrices finas, en las manos especialmente. 

Igualmente, explica Javier, quien juega videojuegos tiene mejor retentiva para entender reglas más complejas, ya que los videojuegos ponen a los jugadores a resolver puzles y acertijos, y en ese sentido las capacidades de resolución de problemas suele mejorar. 

“En el caso de los niños, es ideal que jueguen en contextos donde haya cuidadores pendientes. Pero los adultos o cuidadores que estén presentes deben tener una actitud positiva frente a los juegos, haciéndoles preguntas a los jugadores, pero sin satanizarlos. La idea es principalmente aprovechar los juegos para hacerles preguntas alrededor de lo que están experimentando”, agrega el conferencista de Red Papaz. 

Por cierto, algunos videojuegos pueden mejorar procesos de retentiva en la memoria. Por ejemplo, clásicos como King Quest o los modernos basados en intriga e historia, como Detroit: Become Human. Mientras que los juegos competitivos como el fútbol son adecuados para desarrollar relaciones pro-sociales y para el manejo de la frustración, si se hace con acompañamiento. 

Los juegos que utilizan personajes femeninos más empoderados como Horizon Zero Dawn o  los últimos de la saga de Tomb Raider  ayudan a generar pensamiento crítico y a construir un imaginario más positivo de la sociedad, más optimista.  

La calidad de la resolución de problemas que puede llegar a aprender un joven depende de la calidad de los videojuegos que juegue. Por ejemplo, Sid Meier's Civilizationes, un juego de concepción de civilizaciones, obliga a los jugadores a tomar decisiones económicas y a balancear recursos. Ese tipo de habilidades pueden llegar a transferirse a la forma en la que utilizan recursos en el mundo real.